domingo, 4 de diciembre de 2016

(2)

Querido Diario: 


Me acerqué con cautela donde mis papás que estaban tranquilamente sentados conversando de cosas lindas y kawaiis para preguntarles amablemente: 

—¡¡¡¿QUIEN ES JUAN PABLO?!!!—demandé calmadamente y sin salirme de mis cabales. 
—¿A quién le venis a gritar así mierda?—respondío mi mamá con toda la furia del infierno. 
—¡Mi hermano gemelo que quiero conocer! 
—¿De qué estás hablando?, ¿quién es ese?—dijo mi papá riendo. Entonces les conté toda la historia y sus semblantes cambiaron bruscamente de felicidad a sospechosamente serios. 
—¿O sea que existe?, ese silencio y sus caras lo confirma—agregué luego de terminar de contar la historia. 





Pasó la muda por más de treinta segundos, vi sus rostros serios y me desesperé, todo los rollos que me había estado pasando se confirmaban en ese momento. De pronto risas a todo chancho, festinaron con lo que conté, tiraron la talla al respecto y me sentí estupido... fin de esa historia.



Pasó el rato y me fuí al terminal de buses (tenía que viajar desde Calama a Antofagasta para ir a la universidad a mis clases mensuales del diplomado), compré mi pasaje y esperé sentado mi bus (obvio, no iba a ser un avión) sonrojado e intentando no mirar como las jaurias de perros se reproducían libremente en la naturaleza. Me subí al bus pensando por qué flauta en vez de viajar para ir clases no estaba viajando al casting a jugármela todo para dejar ser el fome que he sido siempre, la fama toco mi puerta pero yo se  la cerré en el hocico ( me llamaron para un casting en Canal13, y dije que no podía ir por ñoño) . 



Al llegar a tierra firme, y caminar unas cuadras fui saludado cordialmente por cada uno de los usuarios de drogas duras de la población, mi población ( la más brigida de Antofapasta, dicen, la que queda donde esta el terminal de buses). 

—Hermanitooo, ¿cómo está? —gritó una voz conocida desde las sombras acercandose sigilosamente, era el vagabundo/usuario de drogas que habitualmente vive en mi pórtico o sea en la casa donde me quedo. Un hombre delgado, que tiene la piel ultra quemada y sucia, de unos 60 años, pero que tiene más vitalidad y energia que yo.  
—Bien, ¿usted cómo está? —dije nervioso mientras buscaba unas monedas anticipándome al habitual macheteo. 

—Acá estamo... ¿Oiga usté trabaja? —su pregunta fue una estocada directo al zoronca (estoy chato que me pregunten eso, no tengo trabajo hace como un siglo). 

—No, ¿por qué?
—Se ve un buen cabro usté hermanito, ¿qué hace entonces? 
—Soy Tecnólogo Médico de Laboratorio.
—¡Nooooooo! Yo a ustedes los cacho...trabajé en un laboratorio haciendo el aseo hace muchos años...pero me echaron. 


Entonces comenzó a describir cada una de las funciones de la profesión mejor que cualquier resumen o reseña que jamás haya leído, estaba con el hocico abierto escuchandolo. Vi que sus ojos se aguaron, me felicitó emocionado, me dio la mano con fuerza como sintiendose orgulloso por mi, me dío ánimo para seguir creciendo. 

Me aconsejó no usar drogas nunca para que no terminara sucio y en la calle como él, se alejó estrujándose las lagrimas diciendo que si me veian hablando con él me podían llevar preso. Entre a casa, suspiré e hice lo que mejor sé hacer en la vida...llorar como Magdalena. 😢😭


Siempre tuyo.

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