…Entonces como te
contaba, salí de la consulta del kinesiólogo con el hocico todo adolorido.
Parece que la estrategia para quitar el dolor que tenía el Kine era tapar el
dolor en las piernas con dolor extremo en la boca, o sea como que el dolor
nuevo contrarrestaba el de las patas...no sé cómo funciona eso de la
quiropraxia pero tiene buenos resultados.
Comencé a caminar y la
guata me sonaba muy fuerte, la boca se estaba comenzando a adormecer pero tenía
que comer. Fui al lugar dónde encontrar azúcar más cercano, las Empanadas
Laurencia. Elegí mi favorita; pollo, carne y queso (súper sana, baja en grasas xd).
Esperé sentado en las
mesitas del lugar, saqué mi cuaderno mágico en el que escribo notas suicidas,
junto a mi lápiz de la suerte. Estaba entretenido, sin poder mover mucho la boquita
linda que los genes de mis padres me dieron, concentrado dibujando como cabro
chico. Alcé la vista y, fíjate como son
las súper mega híper coincidencias de la vida, vi pasar al loquito que te
contaba que vendía marihuana. Estaba igual que la última vez que lo vi, lo miré
con odio sano mientras pasaba hasta que desapareció entre la gente. Para esfogar la rabia que me dio verlo y recordar que nos echaron por su culpa, dibujé un mono de palo parecido a él y le hice
una equis encima... y se me pasó la ira (vudú en su máxima expresión).
Después de esperar mucho
rato me pasaron mi empanada baja en calorías e intenté abrir la boca pero me
dolía más que parto natural. Así que tuve que romper la empanda Laurencia,
sacarle el contenido y comer de a pedacitos como los pajaritos.
Mientras comía me tome la selfi coquetona del día pa'
las redes sociales, bueno no una sino que muchas, entonces unos loquitos que
estaban métale chanchear empanás me miraban con pinta de querer robarme el
celular. Sin prejuicios de por medio me asusté, tragué rápido y me fui. Iba con
la guatita llena caminando hacia el paradero más cercano y pa' irme la casa.
Te preguntarás cómo es
que si rentaba en una pensión ahora me iba pa' la casa. Te explico, sin tanto
detalle, ahora soy custodio de una casa abandonada.
Esa casa es como la locación perfecta para una
película de terror. No tiene nada que envidiarle al castillo de Drácula, hasta
tiene ratas que caminan por el cielo en contra la gravedad como en la película
de Francis Ford Coppola (no sé si será así en el libro porque no he leído la
versión completa).
Además de tener telas de
araña tétricas, cuadros que te siguen con sus miradas y olor a azufre como en el
mismísimo infierno, hay un cuadro en particular al que bauticé "La ñiña
mardita". Es una foto de ñiña de ojos verdes con un perrito que te miran
fijamente, es del estilo del "Niño llorón" pero sin lágrimas. Voy a
poner una foto que imprimí en el compu al final para que caches cómo es. Ese
cuadro está en el segundo piso de esa casa, y se siente extraño cuando pasas
cerca.
Bueno volviendo a lo que
te contaba, llegué a casa muy de noche, adolorido y sólo quería sentarme con la
espalda en la cama. Mientras atravesaba los pasillos y subía por la escalera de
maderas viejas que crujía como si en cualquier momento se fuesen a romper
llegué a la habitación, encendí la luz.
Con mucha flojera bajé a
buscar agua porque tenía sed. Llegué a la cocina con mucho esfuerzo y saqué un
vasito, abrí la llave y salió el agua color rojo sangre. Al principio me asusté
pero inmediatamente razoné y era obvio que era óxido, dejé correr muchos litros
hasta que el agua se aclaró y se hizo menos tóxica para este papacito.
Subí la escalera con el
vaso de agua en la mano y atravesé el pequeño pasillo antes de llegar a la
zapie, entonces vi una sombra que se proyectaba desde adentro hacia fuera,
pensé que era un ladrón y en vez de escapar fui a su encuentro para tirarle el
agua así como a la Botota. Cuando dentre pa’ dentro no había nadie y quedé todo
adrenalinizado.
Dejé el vaso en un
pequeño velador, revisé la ventana, y estaba cerrada, busqué con miedo bajo la
cama y no había nada. Salí corriendo, y volví a bajar las escaleras, hasta
llegar a un comedor que tiene un gran mesa. Tome asiento en una de las pocas
sillas buenas y reflexioné sobre lo sucedido, igual podría ser que los
pinchazos en el hocico pudieran haber tenido algún analgésico alucinógeno.
Repentinamente escuché
un sonido como el de chorro de agua de
Escuartul, me puse de pie raudo y corrí a la cocina, estaba abierta la llave.
La cerré rápidamente y me puse a pensar que quizá yo la había dejado abierta cuando
me serví agua. Volví a sentarme al comedor, y de nuevo el sonido del agua, era
otra vez la llave abierta que volví a cerrar. Como yo soy muy escéptico y
científico por mi formación profesional
me puse a revisar las llaves y las cañerías a lo Mario Bros pero todo
parecía estar normal.
–¿Qué quieres?, ¿quién
eres?–dije burlescamente a ver si algún espíritu del más allá, del más acá o
del acullá aparecía diciendo que todo era una broma. –¡Habla! ¡manifiéstate!,
¡te estoy esperando!– insistí y nada pasó.
Volví a sentarme un poco
asustado y comencé a escuchar el sonido de un ave que venía desde una pared
adyacente a mí. Se escuchaba un bramido
desesperado desde el centro de la pared, .«Ahora sí me chalé» pensé con convicción. A esas
alturas el dolor de la boca se habían pasado yo creo que del puro nervio. El
sonido del ave cesó y me quede parado congelado de terror.
–Padre Nuestro, que
estás en el cielo… ay no, verdad que en las películas de exorcismo es en latín–
comencé buscar en los archivos neuronales de mi cerebro la traducción, de algo
que haya servido ir a un colegio católico neonazi tantos años: –Pater noster, qui es in cælis,
sanctificetur nomen tuum… ¡No me acuerdo qué sigue!... ¡Me pasa por ser tan
ateo!
Me puse extrañamente
nervioso, y eso que soy muy sereno (aonde), prepárate que pasó lo pior de la
noche. Sentí un sonido proveniente del segundo piso, como si hubieran soltado
muchas monedas, el sonido era muy metálico y duró mucho tiempo, era como cuando
se cae una moneda cien pesos pero multiplicado por mil. Me envalentoné cuan
borracho de cantina en riña, subí corriendo por las escaleras, entré a cada habitación,
revisé todo, todo y no había nadie así que me encerré en mi pieza, deje la luz
encendida, me hice bolita y esperé a que fuera de día para dormir.
¿Será el cuadro de la “La
ñiña mardita”?, ¿habrá querido jugar?, ¿estará cansada de estar encerrada por
tantos años?, ¿qué cosas habrá visto que ahora desea contar?
Nota: Foto original tomada con mi celular, se recomienda no mirar directamente a los ojos, la maldición se puede esparcir (extrañamente tuve muchos problemas para subir la foto).
F.
F.
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