jueves, 29 de junio de 2017

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…Entonces como te contaba, salí de la consulta del kinesiólogo con el hocico todo adolorido. Parece que la estrategia para quitar el dolor que tenía el Kine era tapar el dolor en las piernas con dolor extremo en la boca, o sea como que el dolor nuevo contrarrestaba el de las patas...no sé cómo funciona eso de la quiropraxia pero tiene buenos resultados.


Comencé a caminar y la guata me sonaba muy fuerte, la boca se estaba comenzando a adormecer pero tenía que comer. Fui al lugar dónde encontrar azúcar más cercano, las Empanadas Laurencia. Elegí mi favorita; pollo, carne y queso (súper sana, baja en grasas xd). 

Esperé sentado en las mesitas del lugar, saqué mi cuaderno mágico en el que escribo notas suicidas, junto a mi lápiz de la suerte. Estaba entretenido, sin poder mover mucho la boquita linda que los genes de mis padres me dieron, concentrado dibujando como cabro chico. Alcé la vista y,  fíjate como son las súper mega híper coincidencias de la vida, vi pasar al loquito que te contaba que vendía marihuana. Estaba igual que la última vez que lo vi, lo miré con odio sano mientras pasaba hasta que desapareció entre la gente. Para esfogar la rabia que me dio verlo y recordar que nos echaron por su culpa, dibujé un mono de palo parecido a él y le hice una equis encima... y se me pasó la ira (vudú en su máxima expresión).

Después de esperar mucho rato me pasaron mi empanada baja en calorías e intenté abrir la boca pero me dolía más que parto natural. Así que tuve que romper la empanda Laurencia, sacarle el contenido y comer de a pedacitos como los pajaritos.

Mientras comía me tome la selfi coquetona del día pa' las redes sociales, bueno no una sino que muchas, entonces unos loquitos que estaban métale chanchear empanás me miraban con pinta de querer robarme el celular. Sin prejuicios de por medio me asusté, tragué rápido y me fui. Iba con la guatita llena caminando hacia el paradero más cercano y  pa' irme la casa.

Te preguntarás cómo es que si rentaba en una pensión ahora me iba pa' la casa. Te explico, sin tanto detalle, ahora soy custodio de una casa abandonada.

Esa casa es como la locación perfecta para una película de terror. No tiene nada que envidiarle al castillo de Drácula, hasta tiene ratas que caminan por el cielo en contra la gravedad como en la película de Francis Ford Coppola (no sé si será así en el libro porque no he leído la versión completa). 

Además de tener telas de araña tétricas, cuadros que te siguen con sus miradas y olor a azufre como en el mismísimo infierno, hay un cuadro en particular al que bauticé "La ñiña mardita". Es una foto de ñiña de ojos verdes con un perrito que te miran fijamente, es del estilo del "Niño llorón" pero sin lágrimas. Voy a poner una foto que imprimí en el compu al final para que caches cómo es. Ese cuadro está en el segundo piso de esa casa, y se siente extraño cuando pasas cerca.

Bueno volviendo a lo que te contaba, llegué a casa muy de noche, adolorido y sólo quería sentarme con la espalda en la cama. Mientras atravesaba los pasillos y subía por la escalera de maderas viejas que crujía como si en cualquier momento se fuesen a romper llegué a la habitación, encendí la luz.

Con mucha flojera bajé a buscar agua porque tenía sed. Llegué a la cocina con mucho esfuerzo y saqué un vasito, abrí la llave y salió el agua color rojo sangre. Al principio me asusté pero inmediatamente razoné y era obvio que era óxido, dejé correr muchos litros hasta que el agua se aclaró y se hizo menos tóxica para este papacito.

Subí la escalera con el vaso de agua en la mano y atravesé el pequeño pasillo antes de llegar a la zapie, entonces vi una sombra que se proyectaba desde adentro hacia fuera, pensé que era un ladrón y en vez de escapar fui a su encuentro para tirarle el agua así como a la Botota. Cuando dentre pa’ dentro no había nadie y quedé todo adrenalinizado.

Dejé el vaso en un pequeño velador, revisé la ventana, y estaba cerrada, busqué con miedo bajo la cama y no había nada. Salí corriendo, y volví a bajar las escaleras, hasta llegar a un comedor que tiene un gran mesa. Tome asiento en una de las pocas sillas buenas y reflexioné sobre lo sucedido, igual podría ser que los pinchazos en el hocico pudieran haber tenido algún analgésico alucinógeno.

Repentinamente escuché un sonido como  el de chorro de agua de Escuartul, me puse de pie raudo y corrí a la cocina, estaba abierta la llave. La cerré rápidamente y me puse a pensar que quizá yo la había dejado abierta cuando me serví agua. Volví a sentarme al comedor, y de nuevo el sonido del agua, era otra vez la llave abierta que volví a cerrar. Como yo soy muy escéptico y científico por mi formación profesional  me puse a revisar las llaves y las cañerías a lo Mario Bros pero todo parecía estar normal.

–¿Qué quieres?, ¿quién eres?–dije burlescamente a ver si algún espíritu del más allá, del más acá o del acullá aparecía diciendo que todo era una broma. –¡Habla! ¡manifiéstate!, ¡te estoy esperando!– insistí y nada pasó.

Volví a sentarme un poco asustado y comencé a escuchar el sonido de un ave que venía desde una pared adyacente a mí.  Se escuchaba un bramido desesperado desde el centro de la pared, .«Ahora sí me chalé» pensé con convicción. A esas alturas el dolor de la boca se habían pasado yo creo que del puro nervio. El sonido del ave cesó y me quede parado congelado de terror.

–Padre Nuestro, que estás en el cielo… ay no, verdad que en las películas de exorcismo es en latín– comencé buscar en los archivos neuronales de mi cerebro la traducción, de algo que haya servido ir a un colegio católico neonazi tantos años:   –Pater noster, qui es in cælis, sanctificetur nomen tuum… ¡No me acuerdo qué sigue!... ¡Me pasa por ser tan ateo!

Me puse extrañamente nervioso, y eso que soy muy sereno (aonde), prepárate que pasó lo pior de la noche. Sentí un sonido proveniente del segundo piso, como si hubieran soltado muchas monedas, el sonido era muy metálico y duró mucho tiempo, era como cuando se cae una moneda cien pesos pero multiplicado por mil. Me envalentoné cuan borracho de cantina en riña, subí corriendo por las escaleras, entré a cada habitación, revisé todo, todo y no había nadie así que me encerré en mi pieza, deje la luz encendida, me hice bolita y esperé a que fuera de día para dormir.

¿Será el cuadro de la “La ñiña mardita”?, ¿habrá querido jugar?, ¿estará cansada de estar encerrada por tantos años?, ¿qué cosas habrá visto que ahora desea contar?




Nota: Foto original tomada con mi celular, se recomienda no mirar directamente a los ojos, la maldición se puede esparcir   (extrañamente tuve muchos problemas para subir la foto). 



F. 



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