lunes, 19 de junio de 2017

(31)


D



Eran las 16:00 horas en punto en Asjabad, Turkmenistán y yo estaba muerto de hambre, sed y abrumado entres tanta gente exótica, hedionda a ala y gritona... ¿Que te creías que andaba  en Asia? ¡Jamás! Andaba en la ciudad más multicultural de este larguirucho país, hablo de ¡Antofalombia mami! no me alcanza pa' tanto. Caminaba rapidito como hormiga haciendo un par de tramites y, me metí a una farmacia no coludida que queda en una esquina. El lugar estaba vacío, me atendió un hombre muy alto, al ojo media mínimo 3 metros,  y tenía apariencia de Viejito Pascuero acalorado. 

–Hola, buenas tardes, me da Metanfetaminas de 1000 miligramos las más baratas por favor. 
–Buenas tardes perdón...¿qué dijo que quiere?– preguntó sorprendido. 
–Metanfetaminas de 1000 miligramos. 
–Nosotros no vendemos eso acá...– interrumpí imprudentemente. 
–¿Qué acaso esto no es una farmacia? 
–Sí pero no le podemos facilitar esas cosas sin receta. 
–¡¡¡PERO CÓMO!!– (ò_ó)ノ彡┻━┻
–Es que…
–¡¡¡Quiero unas simples Metforminas!!!
–¡Ahhhhhhhh!… sí tengo de eso.
–¿Y por qué se burla usted de mí?–dije con la sangre hirviendo. 
–Es que es muy distinto pedir Metanfetaminas a pedir Metformina– agregó todo calmado.
–Ay que vergüenza discúlpeme, mire la hora que es– miré la hora en el celular, las 16:10–Estoy en ayunas, con hambre uno se pone estúpido– la típica escusa barata para justificar mi estupidez permanente.
–Jajaja…Voy a buscarlas y vuelvo– miré alrededor y la otra gente del lugar también se estaba riendo descaradamente y no hacían nada para ocultar su burla, me ruboricé como colegiala enamorá. Me pasó mis pastillas el caballero y me fui intentado taparme la cara.

Me fui al paradero de micro más cercano para irme a casa y me senté en una banca metálica que está hecha como para personas con piernas de 4 metros de largo, esperé solo mucho rato. De pronto se sentaron dos mujeres de mediana edad de apariencia  neogóticas a mi lado, y comenzaron a hablar de la vida.

–Cachai que ayer salí con un mino muy rico.
–¿El de la foto que me enviaste?
–Sí, ese musculoso, rubio de ojos azules, buen poto.
–¿Qué onda?, ¿te lo comiste?
–Sí…Me lo hice chupete.
–Oye amiga que bueno si el mino es todo un dios.
–Sí…Pero lo voy a dejar.
–¿Por qué? Si es entero mino.
–Porque no tiene plata, es pobre, no me sirve.
–Oye amiga pero un mino así no te lo puedes encontrar en cualquier lado, la plata da lo miso.
–Lo sé, pero yo sé que soy puedo encontrar a otro mejor.
–Oye pero ni que fueras la media mina, pégate con una piedra en las tetas que te dio la pasá, eris fresca… apenas medis metro y medio, y usai relleno, además muy bonita no eris.   
–¡Tsss! , yo sé que el hombre que quiero va a aparecer, me tengo fe.
–Ojalá porque con lo mal genio que eris dudo que alguien te soporte además no eris na’ tan joven.
–Amiga, tu tranquila…
–Ay si te digo esto porque te quiero amiga… mira ahí viene la micro.  
–Yo también te quiero amiga…pero tú cachai tengo que encontrar a alguien que me mantenga a mí y mi bendición, si los pañales no son na’ baratos. 


Se subieron al micro me quedé solo solo en el paradero, e intente sacar alguna lección de su conversación que fue tan, tan, tan… no sé, no han inventado palabra para expresar lo que quiero decir , sólo me quedo la moraleja; hay minas muy malulas. Y te aclaro que no escuché la conversación por amor a la copucha, lo hice sólo porque hablaban a todo hocico, que quede claro sino después vas a pensar que ando con las pailas parás escuchando conversaciones ajenas.  

Esperé mucho hasta que paso el micro que me servía, me subí todo tiritón y senté atrás mirando hacia la ventana, ¡Ah! Y  llevaba una bolsa con dos kilos de manzanas que había estado paseando por todo los lugares en los que había estado. Me puse la  mochila y las dos kilos manzanas en el regazo, y saqué una para sobrevivir hasta llegar a casa, extrañamente el interior del micro estaba muy silencioso, no se sentía el típico ruido ensordecedor de esas maquinas y la gente iba callada, acomodadito mirando pa’ afuera melancólicamente la gente caminar le di una mascada al fruto prohibido.

–¿Escuchaste Juana?– dijo una señora de pelito blanco que se parecía a la Presi Bachelé edad a otra  que iba en la fila de adelante.
–¿Qué cosa Teresa?
–¿Escuchaste cómo se la come?– agregó picarona.
–¡Sí se escucha re fuerte!– y ambas exploraron en risa, y bueno yo también, fue tanto que llegué a regurgitar lo que había comido. Me hice el loco y luego de auto reanimarme del paro cardiaco, seguí comiendo manzana como ardillita en el silencio.
–¡Uy si se escucha como se la devora! – volvió a gritar picaronamente.
–Si es profesional– agrego la soa Juana y todos los que escuchamos nos cagamos de la risa.


Tuyo.



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