jueves, 29 de junio de 2017

(34)

…Entonces como te contaba, salí de la consulta del kinesiólogo con el hocico todo adolorido. Parece que la estrategia para quitar el dolor que tenía el Kine era tapar el dolor en las piernas con dolor extremo en la boca, o sea como que el dolor nuevo contrarrestaba el de las patas...no sé cómo funciona eso de la quiropraxia pero tiene buenos resultados.


Comencé a caminar y la guata me sonaba muy fuerte, la boca se estaba comenzando a adormecer pero tenía que comer. Fui al lugar dónde encontrar azúcar más cercano, las Empanadas Laurencia. Elegí mi favorita; pollo, carne y queso (súper sana, baja en grasas xd). 

Esperé sentado en las mesitas del lugar, saqué mi cuaderno mágico en el que escribo notas suicidas, junto a mi lápiz de la suerte. Estaba entretenido, sin poder mover mucho la boquita linda que los genes de mis padres me dieron, concentrado dibujando como cabro chico. Alcé la vista y,  fíjate como son las súper mega híper coincidencias de la vida, vi pasar al loquito que te contaba que vendía marihuana. Estaba igual que la última vez que lo vi, lo miré con odio sano mientras pasaba hasta que desapareció entre la gente. Para esfogar la rabia que me dio verlo y recordar que nos echaron por su culpa, dibujé un mono de palo parecido a él y le hice una equis encima... y se me pasó la ira (vudú en su máxima expresión).

Después de esperar mucho rato me pasaron mi empanada baja en calorías e intenté abrir la boca pero me dolía más que parto natural. Así que tuve que romper la empanda Laurencia, sacarle el contenido y comer de a pedacitos como los pajaritos.

Mientras comía me tome la selfi coquetona del día pa' las redes sociales, bueno no una sino que muchas, entonces unos loquitos que estaban métale chanchear empanás me miraban con pinta de querer robarme el celular. Sin prejuicios de por medio me asusté, tragué rápido y me fui. Iba con la guatita llena caminando hacia el paradero más cercano y  pa' irme la casa.

Te preguntarás cómo es que si rentaba en una pensión ahora me iba pa' la casa. Te explico, sin tanto detalle, ahora soy custodio de una casa abandonada.

Esa casa es como la locación perfecta para una película de terror. No tiene nada que envidiarle al castillo de Drácula, hasta tiene ratas que caminan por el cielo en contra la gravedad como en la película de Francis Ford Coppola (no sé si será así en el libro porque no he leído la versión completa). 

Además de tener telas de araña tétricas, cuadros que te siguen con sus miradas y olor a azufre como en el mismísimo infierno, hay un cuadro en particular al que bauticé "La ñiña mardita". Es una foto de ñiña de ojos verdes con un perrito que te miran fijamente, es del estilo del "Niño llorón" pero sin lágrimas. Voy a poner una foto que imprimí en el compu al final para que caches cómo es. Ese cuadro está en el segundo piso de esa casa, y se siente extraño cuando pasas cerca.

Bueno volviendo a lo que te contaba, llegué a casa muy de noche, adolorido y sólo quería sentarme con la espalda en la cama. Mientras atravesaba los pasillos y subía por la escalera de maderas viejas que crujía como si en cualquier momento se fuesen a romper llegué a la habitación, encendí la luz.

Con mucha flojera bajé a buscar agua porque tenía sed. Llegué a la cocina con mucho esfuerzo y saqué un vasito, abrí la llave y salió el agua color rojo sangre. Al principio me asusté pero inmediatamente razoné y era obvio que era óxido, dejé correr muchos litros hasta que el agua se aclaró y se hizo menos tóxica para este papacito.

Subí la escalera con el vaso de agua en la mano y atravesé el pequeño pasillo antes de llegar a la zapie, entonces vi una sombra que se proyectaba desde adentro hacia fuera, pensé que era un ladrón y en vez de escapar fui a su encuentro para tirarle el agua así como a la Botota. Cuando dentre pa’ dentro no había nadie y quedé todo adrenalinizado.

Dejé el vaso en un pequeño velador, revisé la ventana, y estaba cerrada, busqué con miedo bajo la cama y no había nada. Salí corriendo, y volví a bajar las escaleras, hasta llegar a un comedor que tiene un gran mesa. Tome asiento en una de las pocas sillas buenas y reflexioné sobre lo sucedido, igual podría ser que los pinchazos en el hocico pudieran haber tenido algún analgésico alucinógeno.

Repentinamente escuché un sonido como  el de chorro de agua de Escuartul, me puse de pie raudo y corrí a la cocina, estaba abierta la llave. La cerré rápidamente y me puse a pensar que quizá yo la había dejado abierta cuando me serví agua. Volví a sentarme al comedor, y de nuevo el sonido del agua, era otra vez la llave abierta que volví a cerrar. Como yo soy muy escéptico y científico por mi formación profesional  me puse a revisar las llaves y las cañerías a lo Mario Bros pero todo parecía estar normal.

–¿Qué quieres?, ¿quién eres?–dije burlescamente a ver si algún espíritu del más allá, del más acá o del acullá aparecía diciendo que todo era una broma. –¡Habla! ¡manifiéstate!, ¡te estoy esperando!– insistí y nada pasó.

Volví a sentarme un poco asustado y comencé a escuchar el sonido de un ave que venía desde una pared adyacente a mí.  Se escuchaba un bramido desesperado desde el centro de la pared, .«Ahora sí me chalé» pensé con convicción. A esas alturas el dolor de la boca se habían pasado yo creo que del puro nervio. El sonido del ave cesó y me quede parado congelado de terror.

–Padre Nuestro, que estás en el cielo… ay no, verdad que en las películas de exorcismo es en latín– comencé buscar en los archivos neuronales de mi cerebro la traducción, de algo que haya servido ir a un colegio católico neonazi tantos años:   –Pater noster, qui es in cælis, sanctificetur nomen tuum… ¡No me acuerdo qué sigue!... ¡Me pasa por ser tan ateo!

Me puse extrañamente nervioso, y eso que soy muy sereno (aonde), prepárate que pasó lo pior de la noche. Sentí un sonido proveniente del segundo piso, como si hubieran soltado muchas monedas, el sonido era muy metálico y duró mucho tiempo, era como cuando se cae una moneda cien pesos pero multiplicado por mil. Me envalentoné cuan borracho de cantina en riña, subí corriendo por las escaleras, entré a cada habitación, revisé todo, todo y no había nadie así que me encerré en mi pieza, deje la luz encendida, me hice bolita y esperé a que fuera de día para dormir.

¿Será el cuadro de la “La ñiña mardita”?, ¿habrá querido jugar?, ¿estará cansada de estar encerrada por tantos años?, ¿qué cosas habrá visto que ahora desea contar?




Nota: Foto original tomada con mi celular, se recomienda no mirar directamente a los ojos, la maldición se puede esparcir   (extrañamente tuve muchos problemas para subir la foto). 



F. 



miércoles, 21 de junio de 2017

(33)

Querido Diario


Andaba de visita en la ciudad en la que estudié para ser el desastre de hombre que soy ahora e iba caminando cerca de la casa en la que viví, más bien la pensión cinco estrellas más bacán del mundo, decidí ir a visitar de improvisto o sea dejarme caer de sorpresa pa’ ver a los tíos de la pensión (de puro copuchento). Toqué el timbre nervioso, hacia años que no iba a esa casa, esperé unos segundos que se hicieron eternos y alguien abrió la puerta, era el Tío.

–Hola… ¿dígame qué desea?, ¿a quién busca?
–Hola, ¿No me reconoce?– dije picarón.
–¿Eres el Felipe?– agregó impresionado con su voz barítona.
–Sí… el mismo, en cuerpo y alma– entonces me abrió la puerta y me dio un abrazo apretado.
–Pasa, entra… ¡Gordita! Mira quien está aquí– llamo con alegría y desesperación a su esposa que apareció repentinamente y nos abrazamos.

El Tío y la Tía que obviamente no se llaman así, sólo protejo sus identidades (mentira, no se me ocurrió como bautizarles) me invitaron a tomar asiento en su gran comedor, en su hermosa casa que tiene detalles en madera tallada muy particulares en las paredes y pilares, observé el lugar con alegría porque me trajo muchos recuerdos, el lugar estaba prácticamente igual  a la ultima vez en la que estuve ahí. Nos pusimos a conversar animadamente y  recordamos cosas del pasado como las ricas comidas con jugos naturales que nos hacia, pelamos a los demás niños que vivieron ahí, hablamos de tantas cosas como los mejores amigos del universo. La Tía me ofrecía almuerzo a cada rato y aunque no había comido nada, andaba con la guata más vacía que el Chavo, me negué a almorzar con ellos, nunca tan pecha, sólo acepté tomar un vaso de jugo de una fruta que no supe que de que era pero estaba más rico que la ñoña.

–Estás tan cambiado, no usas lentes ahora y usas barba– dijo la Tía mientras me observaba meticulosamente.
–Ay sí, he mejorado con el tiempo, pasé de ser un patito feo a un cisne.
–¿Y en qué andas por aquí?– agregó animado el tío.
–Iba caminando al  kinesiólogo-quiropráctico porque estoy quedando invalido y como es por aquí cerca pasé a visitarlos, tenía tantas ganas de saber cómo estaban.
–¡Oh! ... ¿Y qué te pasó? – dijeron al unísono.
–¡Me voy a quedar en silla de ruedas toda la vida!– dramatizando. 
–¡Oh!– al unísono otra vez.
–No mentira, es broma, tengo tendinitis en las piernas y me duele mucho.
–Ojalá te mejores– dijeron otra vez a coro.
–Yo también espero mejorar rápido– aunque me sentí acogido y la conversación fue amena, estaba incomodo porque no caían en ninguna de las bromas que seguí echando durante toda la conversa. Generalmente todos enganchan con mis chistes, es sabido que soy mega sarcástico y rápido con las tallas. Pero mientras hablaba con ellos me sentí más fome que Meruane y Oscar Gangas en misa.

La conversación prosiguió como un interrogatorio, querían saber todo sobre mi vida me hicieron sentir como en una entrevista televisiva en la que yo era el invitado en un estelar nocturno de conversación con muy alta sintonía. Me llenaban de tantas preguntas que apenas podía replicar, se les hizo interesante saber de mí ya que según ellos había sido el único de los jóvenes que ha vivido ahí que había vuelto a visitarlos. Entre tanto blah blah se me hizo ultra tarde, tenía que ir al Kine, al momento de despedirme la melancolía me embargó brigidamente mi aletargado ser. Una parte de mi alma quería volver a estar en el tiempo aquel en el que la pasaba muy bien riendo como hiena hasta tener hipo tirándole tallas pesadas a todos a la hora de almuerzo.

Mientras atravesaba la puerta de salida recordé qué llevó a la Tía de un momento a otro echarnos a todos; la razón uno de los locos que vivía en la penshon tenía la media plantación de maconha (o treta hidro cabannidol como estaba en una pared cerca de esa casa… Ay si los volados son tan chistosos xd) en su closet y además la media red de narcotráfico.  Me fui rápido para no reflexionar sobre ese recuerdo en particular y llegué a la consulta del Kine todo sopeado, la recepcionista al verme dijo:

–Tú eres Felipe, ¿no? 
–Sí.
–Ay sí tu nombre me lo aprendí desde el primer día que viniste.
–¿Por qué?–  dije mientras ladeaba la cabeza como perrito.
–Porque el nombre de los chicos buenos me los aprendo al tiro siempre.
–Ay, jijiji– me puse rojo pasión.
–Tome asiento no más, ya lo van a atender.

Tomé asiento en la sala de espera, había un par de señoras,  las tripas gimoteaban de hambre y no podía disimular el ruido así que deje que cantaran por su lamento de carbohidratos y lípidos de una rica pizza italiana.  Saqué una revista de modas desde un canasto de mimbre, abrí la pagina central, había fotos de una mujer pelirroja luciendo ropa muy horrible en un bosque de verdes arboles de navidad plásticos.  Mirando y mirando, suave, suavecito (8)  con detalle cada fotografía me quedé dormido (pa' variar, ya sospecho que tengo anemia). 

En los microsegundos que estuve dormido soñé que era fotógrafo y modelo al mismo tiempo, y modelaba boxers sobre un oso en un bosque de pinos reales olor a frutilla.  Me desperté porque el Kine me estaba llamando para encajármela de nuevo… para encajarme la cadera con sus técnicas quiroprácticas y clavarme... clavarme el hocico por dentro con agujas con suero fisiológico. Cuando terminó sus procedimientos místicos… quede con jeta adormecida, salí del lugar y ni te imaginas lo que pasó después…


...Esta historia continuará (algún día). 

lunes, 19 de junio de 2017

(32)

D


Cuando estaba en el coro de la universidad hace ya muchosaños, nos hicieron cantar un día una obra de Händel ( nos trataban como animales de circo en ese coro, nos pegaban con punzones y electroshock cuando nos equivocábamos, todo muy estricto).  "¿Quién es ese?" te estarás preguntando, calmao que ahoritita te educo.

 Georg Friedrich Händel, guatón Jorge pa’ los amigos (1685-1759), fue un compositor alemán nacionalizado inglés, de los más bacanes de la música barroca ¿Qué es barroco? Una época de la historia en el que la gente estaba muy loca, creía , principalmente la nobleza que se rapaba y prefería usar pelucas blancas para no tener piojos porque no se bañaban,  un mundo en que las mujeres eran muy flojas y tiesas porque usaban corsés ( o corsel como dicen por ahí xd)  muy apretados y vestidos con tantos trapos encima que hacían pichi en bacinicas en cualquier lado, donde los barberos además de cortar el pelo y no usar secador, y rizador porque dania musho el cabeio ¿verdá?,  sacaban muelas y la mayoría de la gente tenía como moda creer en historias con finales felices. Eran tan hediondos que hasta inventaron los perfumes, hubiese sido un cuatrillón de veces mas fácil  meterse al agua y lavarse las presas, ¿no? Bueno, el Jorge Federico además de ser el hombre más talentoso y famoso de su tiempo hacia música para la gente del pueblo, pal huaso europeo promedio que lo amaban aunque técnicamente esta música es muy difícil de cantar y tocar pero no difícil de disfrutar. 

Recuerdo que cuando nos entregaron la partitura un día de ensayo muy tarde en la noche con el nombre de este caballero, no sabía como se pronunciar ni sabía quien era y cuando escuché su música por primera vez me pareció repetitiva, aburrida y difícil. Las primeras veces que leí  la partitura me pareció frustrante no poder aprendérmela y me fui con la toda frustración pa’ la casa todo picado, ya no tenía ganas de aprender cosas difíciles, pero para animarme un poco me puse a buscar en Wikipedia para cachar que onda la vida en su época, y pa’ cachar quien era este caballero ( porque igual me gusta mucho la historia universal, soy farandulero del pasado, presente y del futuro) y  me encontré con su imagen,  específicamente su retrato. Su imagen es muy particular y se me quedó grabada al toque (pegaré una imagen de él con “esticfic” que recorté de un Icarito al final de esta pagina).

Un par de días más tarde fui al supermercado, llevaba un par de cosas en las manos para las onces-comida, iba apurado entre la gente, de repente choqué con alguien y se me cayó el paté… y el pan. Así que me agaché a recogerlo mirando al suelo, cuando alcé la vista tenía frente a mis ojos de pudú coqueto al mismísimo Händel, mirando como recogía el paté y el pan. Me puse a reír de los nervios y paró la ceja… me puse de pie rápido y me alejé a paso lento sin dejar de analizar la situación.  Fue tanto el asombro que inmediatamente me devolví corriendo a verlo de cerca, antes de que desapareciera, según yo era un fantasma. Salí del shock y analicé a este personajes de pies a cabeza;  uñas pintadas rojo, shalas negras, pierna depilada, falda café, blusa animal print de leopardo, cabello largo y encrespado con el mismo peinado del retrato y pues claro también el rostro de la señora era igual, exactamente igual al del guatón Jorge Federico Händel. Eso me dio toda la energía para aprenderme su música ahora es mi compositor añejo favorito, con sus composiciones "orejas" que hablan de amor, desamor, valor, justicia y venganza.

                                                 (Jendel) 



Fepi, el feo.

(31)


D



Eran las 16:00 horas en punto en Asjabad, Turkmenistán y yo estaba muerto de hambre, sed y abrumado entres tanta gente exótica, hedionda a ala y gritona... ¿Que te creías que andaba  en Asia? ¡Jamás! Andaba en la ciudad más multicultural de este larguirucho país, hablo de ¡Antofalombia mami! no me alcanza pa' tanto. Caminaba rapidito como hormiga haciendo un par de tramites y, me metí a una farmacia no coludida que queda en una esquina. El lugar estaba vacío, me atendió un hombre muy alto, al ojo media mínimo 3 metros,  y tenía apariencia de Viejito Pascuero acalorado. 

–Hola, buenas tardes, me da Metanfetaminas de 1000 miligramos las más baratas por favor. 
–Buenas tardes perdón...¿qué dijo que quiere?– preguntó sorprendido. 
–Metanfetaminas de 1000 miligramos. 
–Nosotros no vendemos eso acá...– interrumpí imprudentemente. 
–¿Qué acaso esto no es una farmacia? 
–Sí pero no le podemos facilitar esas cosas sin receta. 
–¡¡¡PERO CÓMO!!– (ò_ó)ノ彡┻━┻
–Es que…
–¡¡¡Quiero unas simples Metforminas!!!
–¡Ahhhhhhhh!… sí tengo de eso.
–¿Y por qué se burla usted de mí?–dije con la sangre hirviendo. 
–Es que es muy distinto pedir Metanfetaminas a pedir Metformina– agregó todo calmado.
–Ay que vergüenza discúlpeme, mire la hora que es– miré la hora en el celular, las 16:10–Estoy en ayunas, con hambre uno se pone estúpido– la típica escusa barata para justificar mi estupidez permanente.
–Jajaja…Voy a buscarlas y vuelvo– miré alrededor y la otra gente del lugar también se estaba riendo descaradamente y no hacían nada para ocultar su burla, me ruboricé como colegiala enamorá. Me pasó mis pastillas el caballero y me fui intentado taparme la cara.

Me fui al paradero de micro más cercano para irme a casa y me senté en una banca metálica que está hecha como para personas con piernas de 4 metros de largo, esperé solo mucho rato. De pronto se sentaron dos mujeres de mediana edad de apariencia  neogóticas a mi lado, y comenzaron a hablar de la vida.

–Cachai que ayer salí con un mino muy rico.
–¿El de la foto que me enviaste?
–Sí, ese musculoso, rubio de ojos azules, buen poto.
–¿Qué onda?, ¿te lo comiste?
–Sí…Me lo hice chupete.
–Oye amiga que bueno si el mino es todo un dios.
–Sí…Pero lo voy a dejar.
–¿Por qué? Si es entero mino.
–Porque no tiene plata, es pobre, no me sirve.
–Oye amiga pero un mino así no te lo puedes encontrar en cualquier lado, la plata da lo miso.
–Lo sé, pero yo sé que soy puedo encontrar a otro mejor.
–Oye pero ni que fueras la media mina, pégate con una piedra en las tetas que te dio la pasá, eris fresca… apenas medis metro y medio, y usai relleno, además muy bonita no eris.   
–¡Tsss! , yo sé que el hombre que quiero va a aparecer, me tengo fe.
–Ojalá porque con lo mal genio que eris dudo que alguien te soporte además no eris na’ tan joven.
–Amiga, tu tranquila…
–Ay si te digo esto porque te quiero amiga… mira ahí viene la micro.  
–Yo también te quiero amiga…pero tú cachai tengo que encontrar a alguien que me mantenga a mí y mi bendición, si los pañales no son na’ baratos. 


Se subieron al micro me quedé solo solo en el paradero, e intente sacar alguna lección de su conversación que fue tan, tan, tan… no sé, no han inventado palabra para expresar lo que quiero decir , sólo me quedo la moraleja; hay minas muy malulas. Y te aclaro que no escuché la conversación por amor a la copucha, lo hice sólo porque hablaban a todo hocico, que quede claro sino después vas a pensar que ando con las pailas parás escuchando conversaciones ajenas.  

Esperé mucho hasta que paso el micro que me servía, me subí todo tiritón y senté atrás mirando hacia la ventana, ¡Ah! Y  llevaba una bolsa con dos kilos de manzanas que había estado paseando por todo los lugares en los que había estado. Me puse la  mochila y las dos kilos manzanas en el regazo, y saqué una para sobrevivir hasta llegar a casa, extrañamente el interior del micro estaba muy silencioso, no se sentía el típico ruido ensordecedor de esas maquinas y la gente iba callada, acomodadito mirando pa’ afuera melancólicamente la gente caminar le di una mascada al fruto prohibido.

–¿Escuchaste Juana?– dijo una señora de pelito blanco que se parecía a la Presi Bachelé edad a otra  que iba en la fila de adelante.
–¿Qué cosa Teresa?
–¿Escuchaste cómo se la come?– agregó picarona.
–¡Sí se escucha re fuerte!– y ambas exploraron en risa, y bueno yo también, fue tanto que llegué a regurgitar lo que había comido. Me hice el loco y luego de auto reanimarme del paro cardiaco, seguí comiendo manzana como ardillita en el silencio.
–¡Uy si se escucha como se la devora! – volvió a gritar picaronamente.
–Si es profesional– agrego la soa Juana y todos los que escuchamos nos cagamos de la risa.


Tuyo.