jueves, 27 de julio de 2017

(38)

Querido Diario


No todo es diversión, existe una realidad dura, espero que estés preparado para comprenderlo.

—Dime, ¿qué querías contarme?
—A los quince fui a un carrete de un amigo del colegio, no tenía muchas ganas pero igual me motivé, era cerca de mi casa— sus manos comenzaron a temblar.
—Tranqui, te escucho.
—Llegué un poco temprano, saludé a mi amigo y me fui a sentar a un rincón solo, la música estaba fome, estaban tocando regetón y a mí no me gustaba—dijo con voz temblorosa—, se acercó el papá de mi amigo que me vio solo, era un hombre como de cuarenta y tantos años, me ofreció un vaso cerveza.
—Respira, tómate el tiempo que necesites...
—Acepté, total estaba solo— rió nervioso—, mi amigo estaba en la cocina con un grupo de minas del otro curso echando papas fritas en platos, de a poco estaba llegando gente.
—Me tomé la cerveza rápido, apenas terminé el viejo me pidió que lo acompañara a buscar unas bebidas que tenía en la tina de un baño al final de un pasillo alejado del sector donde era la fiesta—cada palabra que comenzó a salir de su alma ambientaban un áspero amargor—, lo seguí inocentemente, igual al viejo lo había saludado un par de veces cuando iba a hacer tareas en esa casa, no tenía nada que temer si se veía buena onda, al final de cuentas era el papá de mi mejor amigo.
—¿Y qué pasó? — en su semblante se notaba aflicción.
—Entramos al baño y cerró la puerta, se puso detrás de mí, me agarró los brazos con mucha fuerza, grité pero la música estaba tan fuerte que nadie escuchó... comencé a forcejear era un niño contra la fuerza de un hombre adulto—las lágrimas comenzaron a brotar—, me pegó un combo que dio justo en la oreja derecha, hizo que me mareara.
—Desgraciado.
—Me tiró al suelo, yo estaba aturdido por el golpe, mientras mantenía mis brazos agarrados con su mano izquierda en mi espalda con una fuerza sobre humana, con la derecha me bajaba los pantalones y...me violó.

Perplejo al escuchar su relato, inspiré y proseguí rápido con una una pregunta intentando alejar mi pensamiento de la emoción:

—¿Y luego qué pasó?
—No recuerdo muy bien después que todo acabó sentía mucho dolor, él mientras se arreglaba la ropa y se miraba al espejo yo estaba tirado como un perro  el piso y dijo "ahora eres de los míos", y luego se fue.
—¿Qué hiciste?
—Quedé en blanco y me sentía asqueroso, me metí a la tina y me duché sin mojarme el pelo, hice todo muy rápido, y me fui corriendo a mi casa...cuando llegué no paraba de llorar.
—¿Alguien te vio en tu casa?, ¿le contaste a tu familia?
—No, me quedé callado—hizo una pausa y añadió—: Tres años después, a los dieciocho,  me enteré que esa noche además dejó rastros en mi sangre que son para siempre.
—¿Lo denunciaste?
—No, no imaginas lo que se siente crecer teniendo que toparte con la persona que te cagó la vida.

Hubo un obscuro silencio. Él sollozaba amargamente, esperé que se repusiera, y que secara las lagrimas en su joven rostro. Respiramos profundo y entre suspiros pregunté:

—¿Cómo has sobrellevado esto?
— No sé... sólo sé que soy bueno, a pesar de todo jamás le voy a hacer daño a alguien, no quisiera que alguien pase por lo que yo pasé, no quiero que alguien se enferme por mi culpa— dijo con cierta resignación—, si tengo que estar solo toda mi vida lo acepto, es lo que me tocó vivir.
—Pero...no estás solo, tienes el apoyo de tus amigos, de tu familia...
—No, nunca hablé, ellos no lo saben.
—O sea qué...
—Sí, tú eres el primero y único que sabe mi verdad.



Sinceramente tuyo

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