lunes, 31 de julio de 2017

(39)

D



Hace rato que quería contarte algo super estúpido, que tiene que ver con mi apariencia. Antes de ser bonito (aondeeee, sueña) usé brackets y lentes.

Mi transformación fue cómo la de Betty la fea, pero gradualmente. Ahora, no digo que  tenga una belleza extrema sólo asusto menos que cuando era chico.

El primer paso de la transformación fue usar fierros en el hocico por muchos años, es fome ser cuatro ojos y además hablar con un ceceo poco zezual.

Recuerdo el día que me sacaron las latas y el primer comentario que recibí fue de un compañero de colegio que dijo:  "Oh, tenías los dientes de caballo, yegua", mientras hacía ruido de caballo. Yo me reí no más, además que él que lo dijo era mi amigo que se creía auto, camión o algo así y hacía ruiditos raros mientras conducia un auto invisible, no me podía enojar por algo así de estupido, si a él le fallaba el coco. Y bueno es verdad  es que asumo que tengo unos dientes de conejo, extremadamente grandes 🐰.

Diez años después de tener los dientes más piropeados y envidiados del universo, fue el turno de los ojos  👀.  Me operaron una semana antes de entrar a clases en la universidad y quedé con un picor extremo, fotofobia, sin lágrimas, y lo más triste fue tener la visión borrosa. La primera semana de clases estaba solo sin ayuda, y un día en el paradero hice parar a un camión pensando que era una micro, así de ciego estaba, pero con mucha fe y esfuerzo igual logré llegar a escuchar las clase. Los síntomas fueron pasando con las semanas; se fue el picor, la fotofobia, las lágrimas llegaron, pero la vista no fue clara.

Ya a al mes y medio de la cirugía era obvio que me tenían que hacer un retoque. Fui miles de veces a pelear por mis derechos de paciente insatisfecho hasta lograr explicar científicamente que aún no tenía una buena vista. Tuve que esperar un año completo de ver borroso para volver a pasar por el trauma de sentir como te abren la córnea y sale olor a chamuscado cuando te pasan el laser, y sí es el olor de las células de uno quemándose.

Luego de la segunda cirugía, pude ver el mundo en alta definición y estaba un poco arrepentido; la gente, mi cara, los detalles, todo ahora visto mejor, era más horrible.
Pero bueno todo fue por la cochina vanidad, (uno que es medio dejaito de la mano de Dios tiene que invertir) y es un sacrificio que acepto por verme mejor. Aunque a veces me gustaría volver atrás y no tener que ver tanta fealdad (con respeto lo digo si yo estoy entero pifiao).

¿Qué me queda para ser guapo?, uno se acostumbra al camino rápido de las cirujias...Me falta cuerpo y operarme la nariz, esto último sé que trae un dolor extremo pero lo haré porque tengo la nariz chueca. Y qué pasará después; plasma rico en plaquetas que yo mismo me voy a inyectar y luego el botox, y luego las pantorrillas y al final su buen par de implantes mamarios.




Tuyo.

jueves, 27 de julio de 2017

(38)

Querido Diario


No todo es diversión, existe una realidad dura, espero que estés preparado para comprenderlo.

—Dime, ¿qué querías contarme?
—A los quince fui a un carrete de un amigo del colegio, no tenía muchas ganas pero igual me motivé, era cerca de mi casa— sus manos comenzaron a temblar.
—Tranqui, te escucho.
—Llegué un poco temprano, saludé a mi amigo y me fui a sentar a un rincón solo, la música estaba fome, estaban tocando regetón y a mí no me gustaba—dijo con voz temblorosa—, se acercó el papá de mi amigo que me vio solo, era un hombre como de cuarenta y tantos años, me ofreció un vaso cerveza.
—Respira, tómate el tiempo que necesites...
—Acepté, total estaba solo— rió nervioso—, mi amigo estaba en la cocina con un grupo de minas del otro curso echando papas fritas en platos, de a poco estaba llegando gente.
—Me tomé la cerveza rápido, apenas terminé el viejo me pidió que lo acompañara a buscar unas bebidas que tenía en la tina de un baño al final de un pasillo alejado del sector donde era la fiesta—cada palabra que comenzó a salir de su alma ambientaban un áspero amargor—, lo seguí inocentemente, igual al viejo lo había saludado un par de veces cuando iba a hacer tareas en esa casa, no tenía nada que temer si se veía buena onda, al final de cuentas era el papá de mi mejor amigo.
—¿Y qué pasó? — en su semblante se notaba aflicción.
—Entramos al baño y cerró la puerta, se puso detrás de mí, me agarró los brazos con mucha fuerza, grité pero la música estaba tan fuerte que nadie escuchó... comencé a forcejear era un niño contra la fuerza de un hombre adulto—las lágrimas comenzaron a brotar—, me pegó un combo que dio justo en la oreja derecha, hizo que me mareara.
—Desgraciado.
—Me tiró al suelo, yo estaba aturdido por el golpe, mientras mantenía mis brazos agarrados con su mano izquierda en mi espalda con una fuerza sobre humana, con la derecha me bajaba los pantalones y...me violó.

Perplejo al escuchar su relato, inspiré y proseguí rápido con una una pregunta intentando alejar mi pensamiento de la emoción:

—¿Y luego qué pasó?
—No recuerdo muy bien después que todo acabó sentía mucho dolor, él mientras se arreglaba la ropa y se miraba al espejo yo estaba tirado como un perro  el piso y dijo "ahora eres de los míos", y luego se fue.
—¿Qué hiciste?
—Quedé en blanco y me sentía asqueroso, me metí a la tina y me duché sin mojarme el pelo, hice todo muy rápido, y me fui corriendo a mi casa...cuando llegué no paraba de llorar.
—¿Alguien te vio en tu casa?, ¿le contaste a tu familia?
—No, me quedé callado—hizo una pausa y añadió—: Tres años después, a los dieciocho,  me enteré que esa noche además dejó rastros en mi sangre que son para siempre.
—¿Lo denunciaste?
—No, no imaginas lo que se siente crecer teniendo que toparte con la persona que te cagó la vida.

Hubo un obscuro silencio. Él sollozaba amargamente, esperé que se repusiera, y que secara las lagrimas en su joven rostro. Respiramos profundo y entre suspiros pregunté:

—¿Cómo has sobrellevado esto?
— No sé... sólo sé que soy bueno, a pesar de todo jamás le voy a hacer daño a alguien, no quisiera que alguien pase por lo que yo pasé, no quiero que alguien se enferme por mi culpa— dijo con cierta resignación—, si tengo que estar solo toda mi vida lo acepto, es lo que me tocó vivir.
—Pero...no estás solo, tienes el apoyo de tus amigos, de tu familia...
—No, nunca hablé, ellos no lo saben.
—O sea qué...
—Sí, tú eres el primero y único que sabe mi verdad.



Sinceramente tuyo

miércoles, 12 de julio de 2017

(37)

QD

Me bajé del micro a mitad de cuadra, en un barrio cerca de la universidad que tiene casitas viejas muy lindas porque parece un pueblito, iba por la acera con musgo muy resbaloso y a lo lejos vi que un par de señoras de avanzada empujando violentamente una abrir una puerta, estaban rodeadas de cajas y bolsas, había más gente caminando por el lugar pero yo era el único que iba en dirección a ellas... cuando me acerqué la señora más viejita piracoronamente, muy feliz me agarró del brazo:

–Justo necesitaba a un joven musculoso que me ayude, yo voy a girar la llave y tú me ayudarás a empujar.
–Bueno– dije sin protestar comenzamos a empujar la puerta entre los dos como no iba a ayudar si ya sabes que es horrible quedarse fuera de casa.
–Ay no pasa nada– y no pasó na' po. 
–A ver yo lo hago– dije seguro, y di vuelta la llave en la cerradura y empujé, la puerta  café de madera antigua abrió.
–Ay si necesitaba a un joven musculoso– agregó feliz la ancianita, mientras un poodle blanco aparecía desde dentro moviendo su colita – Gracias, joven.
–De nada, cuidese, que le vaya bien. 

Me alejé  sintiéndome como un súper héroe, mientras tosía y estornudaba compasivamente entre las calles llenas de plantas como si el mundo se fuese a acabar, ya tú saes, estaba con una gripe que me tenía más ardiente que toplero bailando una canción de Chayanne, por culpa de la fiebre que tenía. 

Fui a hacer mis consultas a la universidad que por dentro tiene la estética de una fabrica muy antigua, hice mis consultas y pa' variar me fue mal. Pero no me desanimé y fui a reflexionar sobre la vida en una plaza que queda a unas cuadras... la famosa y hermosísima plaza de los piluchos. La verdad es que no se cómo se llama ese lugar pero tiene muchas estatuas greco-romanas de gente pilucha, como que en la antigüedad no habían inventado el pudor y todos tenían cuerpos regios deberíamos ser todos así ahora, ¿no? 

Me senté entre la estatua de Antinoo (así se escribe) y Diana Amazona, la verdad no me senté sino que me eché como vaca en una muy linda banca de granito. Ya era la hora del crepúsculo, el cielo se veía hermoso con tonos naranjos y violetas, con nubes que que asemejaban al mar encrespado. 

–Oye hermano...¿tení papelillo?– preguntó un hombre muy adulto.
–No, no tengo. 

Y repetí el dialogo muchas veces porque como diez tipos más pasaron preguntando si tenía papelillos. Yo creo que por la gripe y mis ojos rojos tenía toda la pinta de bueno pal pito, pero no po, estaban todos equivocados. Aunque no consumo drogas recreativas de ningún tipo no me molesta que me pregunten si tengo papelillos porque igual me ha pasado varias veces en distintos lugares en distintas ciudades, y siempre me han preguntado en buena onda con respeto,  no me voy a escandalizar por eso, a mí no me importa que la gente consuma cosas, no estoy contra eso cada uno sabe que sustancias se echa al cuerpo, y en todo caso los que van a estar pal gato después van a ser ellos, no yo (xd).  

Estaba sentadito inocentemente apreciando el ambiente que estaba bellísimo, como para película, los arboles sin hojas y las estatuas desnudas y repentinamente escucho un dialogo a todo hocico: 

–Oye amiga...¿qué pusiste en esa pregunta de los aminoácidos?– preguntó toda urgida una mina rubia ojos azules. 
–No sé, hagamonos un pito mejor, yo traje yerba– miré pal lado  una morena con cara de flojera sacó yerba, papelillos y moledor. 
–¿Pero qué alternativa pusiste?– insistió, haciendo berrinche. 
–Compré condones para reponerselos a mi hermano, no vis amiga que el fin de semana saltó la liebre con el bailarín de la disco–  imprudentemente dijo a todo volumen con la diversidad a flor de piel un mino que buscaba en su mochila más hierba pa' echarle al pito. 
–Oye pero amigo tenias que estudiar el fin de semana, por eso después lloray que te va mal– agregó enojada la rubia que era la más aplicada. 

Al parecer les molestaba mi presencia por que me miraban de reojo a cada rato de forma no piola.  Se daban vuelta a mirar como los miraba y me hacían sentir súper incomodo.  Repentinamente llegó un niño en bicicleta, se acercó a la niña que estaba haciendo el cigarrillo, se presentó educadamente diciendo su nombre y preguntando amablemente si podía unirse a ellos ofreciéndoles a cambio aumentar con más hierba el humilde porro que se estaban armando, accedieron y comenzaron lo la encuesta típica cuando conoces a alguien nuevo. 

Yo estaba ahí mirando sapamente el procedimiento pero ahora los cuatro me miraban raro como para echarme y lo lograron, me fui a sentar en el banco de enfrente... estuve revisando mi celular, analizando el ruido ambiental,  observando la gente caminar, sintiendo el frío en mis mejillas todo muy romántico y repentinamente sentí el fulgor de la mirada del grupo que a cada rato me observaba fijo a los ojos no entendí si miraban porque les parecía conocido, si estaban asustados,  si era coquetería o mala onda, o quizá querían invitarme a compartir con ellos, me sentí tan incomodo que me  me fui a una juguetería que quedaba en frente cruzando la calle. 

Crucé a la mala entre los taxis, entre a mirar los juguetes que me parecieron aburridos, salí del lugar y me fijé que el grupo de cuatro jóvenes fumones había aumentado como a viente incluyendo a los que habían pasado más temprano pidiendo papelillos, tenían la  media cumbre de la macoña en la plaza de los piluchos, encontré graciosa la escena, partí sin observar más detalles. 

Cayó la noche, fui a tomar el micro para volver a casa, al subir  a la maquina me tropecé con la hormiga cabezona mala onda típica que le gusta ver como uno hace el ridículo. Le pagué al chofer mirando al suelo por la vergüenza porque escuchaba como todo el mundo se estaba riendo, avancé por toda la micro y me senté atrás en la soledad de la humillación. 

El recorrido comenzó, miré por la ventana y en el reflejo mi rostro ruborizado. El micro en el que me subí desvío el recorrido mucho antes de llegar a mi casa y no me di cuenta por ir ensimismado pensando sobre la vida, y ahí quedé en medio de la noche, afiebrado y perdido... 


Tuyo. 


viernes, 7 de julio de 2017

(36)

D



Me dio una crisis vocacional como la del Benja #TodosSomosBenja, así que me arranqué a uno de los Mall más cuicos de Tchile que queda muy cerquita de la cordillera. Era primera vez que iba ahí con consciencia, la última vez que había ido tenía apenas un par de añitos de vida por allá en los lejanos años noventa.

Ese día era feriado y no andaba ni un alma en las calles Metropolitanas estaba todo vacío, me sentía como el Dinosaurio Anacleto, el único lugar donde se podía ir a pasar el tiempo era a un centro comercial, que estaba repleto.   

Lo primero que hice al llegar fue antojarme inmediatamente de  un pretzel, que vendían en una góndola en medio de un pasillo, la última vez que había comido uno fue cuando tenía como 13 años  a la salida del colegio, y recordaba que esas masas son aún más ricas que los churros con manjar. Así que me compré uno de canela, antes de engullirlo me tome un par de selfis pal Facebook,  para sacarle pica a quienes vieran la foto. Hice un poco el ridículo tomándome la selfi, la gente que pasaba se reía pero filo, me tomé un par de fotos y escogí una en la que me veía menos enfermo porque estaba con los mocos chorreando y se me veían unas ojeras profundas, me sentía un poco afiebrado por haber andado saltando charcos y bailando bajo la lluvia.  

Me pareció más interesante mirar a la gente que las tiendas porque en todos lados están mismas, bueno excepto ZERE, NEVER 12 y M¢H, esas no están en el territorio en el que habito naturalmente.  Uno que es de la galería y de tez humilde no tiene acceso habitual a lugares con gente tan exótica así que estaba embobado viendo a las señoras viejitas vestidas como la reina Isabel II con sus trajes de dos piezas, y los viejitos parecidos al ex Rey Juan Carlos de España pero con gabardina de inspector Gadget... como que esa gente se quedó pegada con su vestimenta en 1989 y no pudieron salir  nunca de ahí. 

Luego de dar vueltas era hora de comer y estaba en el patio de comidas, sentadito inocentemente con mi comida rápida peruana, entonces apareció una mujer con botox en los labios que me llamó mucho la atención, fue tanto el impacto que le tome una foto a escondidas pero no la voy a subir a ningún lado por respeto a la dignidad y privacidad del paciente (... aunque la señora era todo un caso clínico porque tenía el hocico todo tieso pero se respetan sus derechos) así que no te ilusiones.  Me sentía tan colorido con mi piel morena grado Pamela Diaz, entre tanta gente blanca y transparente de pelos rubio. Mientras me zapaba mi lomo saltado un viejo , que tenía un chaleco ancho azul eléctrico muy ochentero que hacían juego con sus ojos no paraba de mirarme. Yo no sé qué tanta gracia le causaba ver a alguien comer, me sonrío como si estuviese viendo a un monito en un zoológico y bueno puede que le haya causado gracia mi falta de glamour y morenidad pero no era como pa' tanto o será que sí tengo cara de mono. 

Luego de comer llegó la hora de gastar un poco de dinero así que llegó el momento de meterse a las tiendas, todos estaban en las tiendas más baratas vueltos locos, y las tiendas caras estaban vacías y recordé lo que siempre ha dicho mi madre sobre los cuicos: ¨siempre compran de oferta, dejan de comer o se compran cosas muy baratas por eso siempre tienen plata para hacer otras cosas" y así tal cual es en la realidad porque estaban todas las tiendas caras vacías como en todos los malls en los que he estado. 

Todos estaban en M¢H comprando, parecía navidad dentro porque todo es bueno, bonito y barato entonces dentare pa' dentro corriendo. Me volví loco, estoy entrenado para probarme ropa rápidamente en las tiendas porque es el único deporte que practico, soy la pesadilla de los dobladores de ropas de las tiendas. Me  probé lo máximo que pude como si tuviera muchas ganas de hacer pichi, muy muy muy rápido me probé un montón de prendas pero me enamoré de unas chaquetas que estaban en oferta, sí en oferta porque me transforme en cuico,  tenía poco tiempo así que me fui a la caja que tenía una fila enorme.  

Luego de estar ahí con mucho calor en la fila, rodeado de gente que llevaba toneladas de cosas observé hacia el sector de las cajas y todos los cajeros se veían normales, excepto uno... y justo tocó que me atendiera, el ungido fue Sebastián, según leí en su gafete, era el cajero que más llamaba la atención con su pelo amarillo, amarillo como jugo de piña no rubio, abierto en medio y pagado como el  peinado de Che Copete, piel morena, ojos café, bigote, uñas pintadas rojo, vestido con una polera roja encima un bomber rojo y pantalones muy apretados, estuve a punto de decirle "Oye que bacán tú" pero ni me miró a los ojos así que se lo perdió no más. Era entero estiloso el loco... Y yo la prenda más rara que tengo es un polerón ZERE con tachas en los hombros y me siento todo un bicho raro cuando me lo pongo.  Me atendió en menos de 3 minutos y pa' fuera, todo muy rápido, en todo caso el resto de los cajeros eran veloces como que estaban compitiendo entre ellos, se notaba mucho. 

Salí del centro comercial y me sentía muy afiebrado, llegué al Metro, estaba estaba vacío, y mi rostro estaba fatal. Una señora me miraba con pena, yo creo que me veía muy pastero, digo, lastimero.  Y no sólo ella me miraba, sino que también un caballero, y otra gente joven, me comencé a sentir perseguido y a falta de espejo me saqué una selfi en HD... y obvio que me iban a mirar en vez de ojeras tenía dos potos bajo cada uno de mis ojos, además un ojo más grande que el otro y la nariz roja llena de mocos chorreando como cataratas...  salí muy feo en mi foto es la más aterradora del universo, salí como Arturo Vidal sin plata o sea más feo que la cresta. Los días que pasaron estuve muy enfermo, en cama, aburrido y obvio que más precioso aún. 

    
F. 

lunes, 3 de julio de 2017

(35)

QD 


Como todas mis maletas fueron tratadas con mucho cariño en mis viajes anteriores tuve que usar una que no era mía, la única que encontré sin hoyos y vacía. Además era la única que no guardaba cosas dentro como regalos de navidad genéricos para personas entre 0 a 99,9 años o carteras acumuladas de días de la madre y cumpleaños feliz de muchos años. La maleta era color violeta sensual intenso pero no me importaba no soy de esos que se anda fijando en detalles, cualquier cosa servía si estaba apurado echándole la ropa más abriga apenas una hora antes de partir. Además de la maleta masculina, llevaba mi mochila azul de ojitos dormilones y una bolsa aún más masculina con estampado animal print de una maraca de carteras como con unos 5 kilos de galletas de todos los sabores y marcas del mercado nacional. 

Todo por la Estrogenada, no te había contado que fue desterrada y ahora estaba encargado de llevarle alimentos para su supervivencia por un grave delito que cometió...reprobar todos los ramos en la U... No, mentira, la muy traicionera ahora estudia otra cosa en una ciudad lejana. 

Me iba de pura suerte en el último asiento de las 22:20 en bus... ¡Queeeeeee pooooobre! Pero más pobre mi potito adolorido porque el viaje iba a ser largo, toda la noche. 

Apenas me subí al bus, busqué mi lugar, acomodé la bolsa de galletas en la parte superior donde se ponen las maletas de mano (no sé cómo se llama eso xd), suavecito, despacio, intentando no molerlas, al ojo llevaba como 50 lucas en biscuits que no se iban a transformar en polvo para hacer cocadas de ninguna manera.  

Sentadito me puse el cinturón, e intenté hacerme bolita mientras el bus se llenaba, detrás de mi se subió un caballero muy huaso estaba con un grupo de hombres que asumo que eran compañeros de trabajo, lo llamaban Jacinto, y todos hablaban muy fuerte, paré oreja a lo que hablaban porque se reían mucho y caché que todo lo que conversaba le traía el mismo recuerdo al huasito:

—Oiga Jacinto, ¿se acuerda cómo le poníamos los pernos al motor?— preguntaba un hombre en tono burlesco. 
—Sí pue mi eñore, como cuando le ponía la herradura mi potrillo— los compañeros crueles se reían del pobre Jacinto. 
—Oye Jacinto, tengo una pulga.
—Como la que tenía mi potrillo, allá en el campo— respondía muy animado.  

A mí me causaba gracia la forma de hablar de don Jacinto porque se escuchaba siempre muy feliz y alegre  pero no me causaba gracia que los otros se rieran a cada rato porque dudo que haya sido todo una actuación. 

Apenas unos minutos después de haber salido de la ciudad el bus paró en la nada misma. Se subió un PDI con un dogo de marca golden, hicieron un recorrido por el pasillo y se bajaron. La gente que iba para el lado del maletero del bus comenzó a mirar apasionadamente. «Algo pasa, se están demorando mucho» pensé preocupado. 

Comencé a ponerme nervioso y tuve un Flash Back, de apenas una hora atrás cuando mi mamá me pasaba un bolsa con condimentos para cocinar cosas ricas que eché en la maleta mientras le decía en broma "Ay, espero que no nos vayan a parar y piensen que esto es droga porque apuesto a que son esos condimentos bolivianos de la feria...  que quizá qué cosas le echan 😒". Ninguna mala onda con Bolivia, son todos geniales allá. 

Se subieron ahora más efectivos con ahora dos perros, el mismo dogo café claro y uno de otra marca de color café oscuro que se quedó pegado en el sector en el que iba sentado, yo cacho que atraído por el olor de las galletas que iba zampándome. «Traigo un contrabando de galletas y además quizá que droga en mi maleta, va a dar positivo para alcaloide de cacaína» pensé. 

Repentinamente un BPI sacó una linterna y comenzó a alumbrar las caras y todo matón dijo gritando:  "Vamos a revisar ticket por ticket, porque necesitamos ubicar al dueño de una maleta, así que sáquenlos, estamos buscando al número 8420". 

Busqué mi ticket y no lo encontraba na' po me estaba revisando los bolsillos desesperado, en eso me habla el caballero que iba sentado a mi lado: 

—¿Oye y para qué quieren el boleto?—me miró semi dormido. 
—Para saber de quien es una maleta. 
—Oye pero acá no sale ningún número, yo voy en el asiento 24 es todo lo que dice, y están pidiendo el número 8420— dijo todo enojado mientras me mostraba el boleto del pasaje. 
—Dijo el número de ticket de equipaje no el pasaje— me tragué la risa que me dio. 
—Ah ya gracias— sacó su ticket de su billetera y lo leyó —. Menos mal que no soy yo, tengo 8356. 

En el pequeño intertanto  en el que me habló el caballero encontré el ticket en el bolsillo trasero de mi pantalón todo arrugado y vi el número con temor lentamente como en las películas;  8...4...2...5, me salvé. 

Pasó el policía asiento por asiento escoltado por el auxiliar del bus y más policías apuntando con la linterna en la cara pidiendo que mostráramos el papel... hasta qué llegó al final de bus y dijo: "¡¿Nadie tiene ese número?!". Entonces se escuchó un "¡Ohhhh! 😱" generalizado del público, volvieron a comenzar el recorrido pero fue cortito desde adelante y alguien confesó tímidamente. Era una anciana, pelo blanco,  ancha y bajita que bajaron al toque a la cuca... me asusté en vano. 

"Ahora que se llevaron a la awela, tiren la maleta pa' acá", "Llevaba 200 kilos hermano", "Debe ser mate no más"... gritaba la gente al aire y todos, todos, todos se reían, hasta yo, si las tallas eran buenas y atingentes. 

Pasó el rato, el susto y todo... y luego comenzó de vuelta el viaje, ya eran las 23:30. Todos iban en silencio absoluto, ya me estaba quedando dormido y de repente se escucharon gemidos de mujer muy muy fuerte. Yo comencé a gritar como chancho de risa, a uno de las personas que iba cerca le llegó un vídeo de broma y el loco se puso tan nervioso que no lo pudo poner en silencio, se le cayó el celular y se reprodujo completo el material audiovisual,  la gente explotó en risas, y yo hasta lloré,  fue demasiado chistoso. Pronto siguió todo en completa normalidad y no pasó nada más, me puse en modo viaje, me dormí y cuando desperté ya había llegado a mi frío destino. 


Tuyo