sábado, 13 de mayo de 2017

(26)

Querido Diario


Estaba a punto de llegar a casa, iba con mi mochila y mi guitarra caminando a 0.0001 Km/h o sea muy lento, miro el celular las 20:00 en punto. Las nubes negras pasaban rápidamente frente a la luna llena, como si fuese un video en TimeLapse. Legué frente a la primera puerta fuera de casa la que me separaba de mi cama, la puerta de la reja, saqué mis llaves no pudiendo achuntar al hoyito a la primera, estaba muy tiritón y con la visión borrosa, logré achuntarle y abrirla, caminé hacia la puerta principal de la casa pero la llave no entraba en la cerradura, mil veces había abierto la puerta antes pero esta vez no podía. El tiempo se pasó volando intentado hacer que la llave entrara. 

Sentí que el mundo daba vueltas, mi cuerpo tiritaba como el de Elvis Presley con epilepsia y veía puras estrellitas titilar. Así que busqué plata y lo único que tenía eran miserables mil pesos, con eso algo me alcanzaría para comprar en la botillería de enfrente, así que caminé zombimente hasta llegar a apoyarme en una pared como un borracho a punto de güitrear.

—Hola, ¿tienen papas fritas o ramitas, o algo?

—Felipe ¿cómo estay?— me dijo una mina que no cache quien era.
—Ehh...bien gracias—intenté no fruncir el ceño y le seguí el juego porque no cachaba quien diablos era.
—¡Está grande el Felipe!...¡Mira ya tiene barba!—le dijo alguien que estaba detrás de un refrigerador lleno de copete muy contenta como si hubiese visto a alguien muy bacán, la otra se asomó y vi que era un vecina joven que no veía desde el cretácico.
—Jijiji—agregué coqueto. 

Pasé la plata con la mano toda tiritona a través de la reja anti ladrones típica de las botillerías que nos dividía sonriendo falsamente mientras intentaba mantenerme en pie, la mina desconocida me pasó las cosas y crucé de vuelta a mi casa rápido como una rata y contento porque me alcanzó para algo de comidita. 


—¡Felipe espera!—me grita la mujer que no conocía.

—Sí, dime—se aproximó a mi pórtico corriendo.
—Oye una consulta, ¿tú eres wua wua wua? —sentía que me hablaba como los adultos en Snoopy.
—¿Qué?—puse cara de duda.
—Disculpa no quería ofenderte pero quería invitarte a un evento de wua wua wua.
—Ya sí,sí,sí,sí,chao— y le cerré la puerta en la cara, me engullí las papas y las ramitas con bolsa y todo. 

Me recuperé y ya eran las 22:00, mi única opción para dentrar pa' dentro era romper el ventanal ... y que los vecinos llamaran a los cops y me llevaran preso... más encima andaba vestido todo de negro, onda como un ratero clásico cualquiera, mala idea, mala idea.

Seguí intentando abrir la puerta y no puede, rendido me senté en el suelo, me puse a tiritar de frío y ya no sentía mis pequeños pies, miré la aplicación Clima en el celular y decía había -8000 grados Celsius y sí, se sentían. 

En mi desgracia comencé a contarle a mi hermana que vive a varios cientos de kilómetros por Messenger sobre lo qué me estaba pasando, al comienzo se burló y luego se apiado y envió ayuda... jamás se me ocurrió pedir ayuda a mí, generalmente intento solucionar los problemas solo (así orgulloso, orgulloso). 

Así que minutos después llegó mi mopri mayor, que me cuadriplica en edad, comenzó a intentar abrir la puerta pero tampoco pudo, así que me llevó de un ala a su casa, ay no perdón a su mansión. 

Ya en su hogar, sus bendiciones y su esposa estaban durmiendo como también la cachá de firulais cuicos que tienen. Mientras él armaba un humilde pesebre para que yo pasara la noche me dejó en la cocina para que comiera algo (sólo la cocina es como del porte de toda mi casa). Estaba solo con un silencio tan impactante que llegaba a escuchar los latidos de mi zoronca. Aunque ya había estado un par de veces en esa casa en fiestas, lleno de gente, en soledad me sentía tan chiquitito como una pulguita en tan tremenda casona y también por dentro me sentía tan estupido, con tan mala suerte, no dejaba de pensar en las cosas malas que me han pasado, me sentí vencido. 

Al día siguiente en la mañana, volvimos a mi casa y como hábiles ladrones abrimos un ventanal, ya dentro no paraba de darle las gracias porque estaba más contento que Lucho Jara con espejo nuevo... Y la reflexión de todo esto es que siempre hay alguien que está para ayudarme, de algo que sirva portase bien 





👌🏽
Tuyo.